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El C4 Cactus es un coche distinto, que reconocerás fácilmente y al que no confundirás con algún otro modelo. No vamos a entrar a valorar si es un coche bonito o feo, porque para gustos, ya sabéis, los colores. Sin embargo, es un modelo que después de más de un año desde su comercialización sigue haciendo girar cabezas allá por donde pases, casi como si se tratara de un deportivo. Es curioso circular con él y ver como los niños te señalan con una sonrisa o cara de incredulidad. La verdad es que tiene un diseño fuera de lo común y prácticamente idéntico al concept car del que deriva.

 

He de decir que este coche se ve más grande de lo que realmente es. Sus medidas son 4,15 metros de largo, 1,73 de ancho y 1,48 de alto; mientras que la distancia entre ejes es de 2,59 metros. Aunque su nombre comercial es C4 Cactus no parte de la base del C4, sino de la del Citroën C3. Es un coche muy ligero, pesa menos de 1100 kilos en orden de marcha, lo que repercute muy positivamente en su manejo como podrás leer unos párrafos más abajo.

 

 

 

Su diseño está fuera de lo común lo mires por donde lo mires, algo que le viene fenomenal ya que se distingue totalmente del resto de vehículos. En el frontal encontramos unos faros de formas rectangulares con las esquinas redondeadas “apoyados” sobre las protecciones de plástico que caracterizan al C4 Cactus. Unos centímetros más arriba y rozando con el capó se encuentran las luces diurnas de tipo LED ubicadas de tal manera que parecen las cejas de las ópticas delanteras. En las esquinas de la parte inferior se ubican las luces antiniebla. La fina y alargada rejilla de entrada de aire hacia el vano motor se encuentra también en la zona inferior del paragolpes. Toda la parte baja del paragolpes es del color de los “Airbumps”, dotándole de una apariencia más robusta.

 

 

 

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Nos movemos alrededor del vehículo y en la vista lateral nuestros ojos se centran en las protecciones que Citroën ha inventado, los ya famosos Airbump. No intentes quitar la vista de ellos, no lo conseguirás. Se trata de unas protecciones acolchadas instaladas en las puertas y justo debajo de los focos de luces delanteros y traseros. Intercalan una cámara de aire entre la carrocería y el protector, de modo que, entre otras cosas, los típicos picotazos y golpes que tanto nos fastidian sufridos cuando nuestro coche está aparcado y el dueño del vehículo de al lado abre su puerta sin miramientos nos lo ahorramos, por lo que pasaremos menos veces a visitar a nuestro amigo el chapista. Pero no sólo cumplen la función de protección. Como puedes ver se integran perfectamente en el diseño del coche, o tal vez sea el coche quien se integre en los Airbumps. El caso es que están ahí y son el principal punto de atracción de este modelo.

 

Ya nos encontramos en la parte posterior y como puedes ver su diseño es simple. Los pilotos son de pequeñas dimensiones, como en el frontal, y también descansan sobre Airbumps. La zona de la media altura lleva el mismo color que las superficies acolchadas, igual que la parte más baja del paragolpes posteriores.

 

 

 

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Abrimos la puerta y accedemos al habitáculo. Si el exterior te ha sorprendido prepárate porque el interior no te dejará indiferente. Citroën lo llama “espíritu sofá”. Los asientos bitono son grandes y ergonómicos. En el caso de las variantes con cambio automático como la que nosotros probamos no hay espacio de separación entre el asiento del conductor y el del acompañante. Extendemos el brazo para cerrar la puerta y ¿¡Pero y este agarrador!? En lugar de un agarrador tradicional encontramos una especie de correa similar a la de un bolso. Muy curioso, otro punto más para la marca francesa por su originalidad. La guantera es de grandes dimensiones y, en lugar de ubicarse en la parte baja del salpicadero, se encuentra en la parte alta, donde normalmente iría escondido el airbag frontal del pasajero; pero que en este caso se despliega desde el techo.

 

El volante es cómodo y sus mandos son intuitivos y fáciles de utilizar. Con los botones del lado izquierdo manejamos el limitador de velocidad y el control de crucero, mientras que con los de la derecha manejamos la radio y el sistema manos libres.

 

Presidiendo la consola central se encuentra una pantalla táctil de 7”. Ésta recoge la mayoría de los sistemas del coche, quedando por tanto una consola central muy limpia. Esto es bueno, pero hasta cierto punto. Al ser táctil te obliga a desviar la mirada de la carretera cada vez que quieres toquetear algo que no sea el sistema de radio o el navegador de abordo (se pueden manejar desde el volante), por lo que ciertos elementos deberían manejarse desde fuera de la pantalla. Por ejemplo el sistema de climatización, que para bajar o subir un grado la temperatura debemos pulsar tres veces la pantalla, por lo que al menos desviamos la mirada un par de segundos de la carretera. Este fallo no es exclusivo del C4 Cactus ya que son muchas las marcas que lo hacen así. No es la primera vez que en MotorDiez nos quejamos de este fallo habitual. Bajo la pantalla, nos encontramos con una ruleta para manejar el volumen del equipo de audio, dos botones para el desempañado de la luna delantera y trasera, uno más para el cierre/apertura de puertas, desconexión del control de estabilidad y luces “warning”.

 

 

 

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La fila de asientos traseros es cómoda pero, como es habitual en la mayoría de coches, viajar cinco ocupantes no resultará muy confortable. Para circular cuatro personas están más que bien.

 

Debido a su diseño, al ahorro de peso y ahorros de coste, las ventanillas traseras no se pueden bajar; pero cuentan con un sistema de apertura tipo compás que permite una pequeña ventilación.

 

Por otra parte, el maletero es de 358 litros. Suficiente para un coche que no está pensado para realizar largos viajes a menudo, como por ejemplo una berlina.

 

Sensaciones a los mandos

 

Pisamos el pedal freno y giramos la llave de contacto. El motor arranca y se ilumina la pantalla que hay tras el volante y que nos muestra la velocidad, la marcha engranada, los iconos de las luces activadas así como la luz del freno de mano y posibles testigos de avería. Sin embargo y muy mal por parte de la marca francesa, ningún Cactus (hasta el momento) indica las revoluciones a las que gira el motor.

 

Bajamos el freno de mano, pulsamos el botón D y damos gas. Como os hemos dicho más arriba, nuestra unidad de pruebas contaba con el motor 1.6 e-HDi que únicamente se puede asociar al cambio robotizado de un embrague ETG6 de seis relaciones con levas tras el volante.

 

La potencia es de 92 cv y el par motor de 230 Nm. Este propulsor será más que suficiente para la mayoría de clientes del Cactus debido a su entrega de par máximo desde 1.750 rpm. Se muestra contundente y empuja al Cactus con soltura, entre otras cosas por el reducido peso del coche. En cuanto a su consumo, no nos queremos pronunciar ya que rodamos pocas horas con él y además realizamos un gran número de paradas para realizar la galería fotográfica, arrancando el coche en ocasiones para moverlo apenas unos centímetros. Pero por daros un dato, he decir que esta unidad tenía unos 500 kilómetros y que el concesionario lo tenía para que sus clientes y posibles compradores lo probaran, marcando el navegador de abordo 5,3 litros en el momento en que lo recogimos. Su cifra homologada es de 3,5 l/100 km/h.

 

Según los datos de la marca, el Cactus e-Hdi 92 acelera de 0 a 100 km/h en 11,4 segundos y su velocidad punta es de 182 km/h.

 

Respecto al cambio automático, debemos decir que es el apartado que menos nos ha gustado del conjunto y te explicamos por qué.

 

 

 

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En ciudad, y cuando circulamos prácticamente a punta de gas, el funcionamiento a la hora de cambiar de marcha es correcto y relativamente suave.

Sin embargo, cuando hundimos un poco el pie derecho para realizar un adelantamiento o a la hora de subir una pendiente el salto de una marcha a otra no está a la altura. Tarda demasiado tiempo en realizar la operación de desembragar, soltar una relación, acoplar la siguiente y volver a embragar. No es sólo el tiempo que tarda, si no que resulta incómodo ya que nuestro cuerpo se va hacia delante y una vez acoplado de nuevo el embrague hacia atrás debido al tirón y a su lento salto entre marchas.

 

También se puede gestionar manualmente con las levas que hay tras el volante pero no cuenta con un modo manual, de manera que si somos nosotros quien ordenamos el cambio de marcha al cabo de unos segundos se olvida y vuelve a tomar él mismo las decisiones de en qué momento cambiar de velocidad.

 

El grupo PSA debería refinar más este cambio o directamente saltar a un manual robotizado de doble embrague como ha hecho su compatriota Renault, que tarda bastante menos en realizar el cambio de marcha y se muestra más suave. Eso sí, la diferencia de precio entre una y otra también es bastante considerable.

 

Dejando a un lado el motor y su transmisión, tenemos que decir que el Citroën C4 Cactus es un coche muy sencillo de conducir. En apenas unos metros te acostumbras a su posición de conducción y a la respuesta de la dirección.

 

Si quieres prestaciones con este modelo estás equivocado. Es un coche para circular con tranquilidad (de ahí que no muestre ni las revoluciones del motor). Su dirección es asistida eléctricamente. Para aparcar y manejar a bajas velocidades es toda una delicia debido a su gran asistencia. Las suspensiones son blandas y absorben a la perfección los baches; a lo que también ayuda el blando mullido de las banquetas. Toledo es una ciudad cuyo casco histórico es adoquinado y debo decir que es el coche en el que más cómodo me he sentido circulando por este tipo de pavimento. Por sus calles estrechas muestra una gran agilidad gracias en parte a que las ruedas se encuentran prácticamente en las esquinas de la carrocería.

 

Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Al primar el confort pierde actitudes en otros aspectos. En zonas de curvas a un ritmo elevado el balanceo es evidente y debido a la anchura de los asientos y poca sujeción lateral parece que no nos salimos de la butaca gracias al cinturón de seguridad. Pero repito, es un coche para circular de forma relajada y sin buscar aceleraciones de vértigo o un alto paso por curva.

 

Además, aunque su nombre y su apariencia puedan parecer las de un coche con posibilidades de off-road, no lo es. No está disponible con tracción integral. Tampoco su altura y recorridos de suspensión han sido estudiados para circular fuera del asfalto.

 

 

 

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Bajo mi punto de vista es un coche ideal para conductores tranquilos, que vayan a realizar la mayoría de kilómetros dentro de la ciudad y vías secundarias, que quieren una capacidad de carga aceptable para realizar una compra familiar de dos o tres semanas sin problemas para llevarlo a casa, que primen el confort y, sobretodo, que busquen un diseño diferente tanto interior como exterior.

 

¿Sus rivales? Tiene pocos, pero el más directo es el japonés Nissan Juke.

 

 

Fuente: http://motordiez.com/contacto-citroen-c4-cactus/

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